sábado, 18 de octubre de 2014

12 maneras de quererse a sí mismo.

He de decir en mi defensa, que lo siguiente que vais a leer lo escribí hace un año.
Sí, como lo oís. 
Y es una basura (ya os lo adelanto), pero he decidido subirlo porque me encanto cuando escribo cosas así, cosas que ya tienen el final de su historia, pero que no me atrevo a enseñar. 
Por favor, no me matéis.


Prólogo. El día en el que el campus olía a mandarinas.

Charlie aún recordaba ese día, aquel día que en el campus universitario olía a mandarinas. Toda la muchedumbre de Savant, Warre y Vällj se había dirigido a aquella reunión en el gran césped de la facultad de Derecho de Goed. Tanto Charlie como su compañera de piso Julie, tenían una cita esa mañana a las 9:30 en el conservatorio del campus para ver como su compañera recitaba el poema que tanto le había costado entender a Charlie todos esos días atrás. La madre que te parió, en una hora he quedado con unos colegas en un pub para pasarnos los apuntes de  clase del señor Karldijo, con la voz entrecortada por el viento que hacía esa mañana en Goed. El profesor Karl, era el favorito de Charlie, ya que por una parte daba su asigntura favorita, Comunicación Audiovisual, y estaba siempre alegre, por lo que a Charlie le alegraba. Se pasaban minutos despues de clase hablando sobre gustos, y cosas que sirvieran para que Charlie pudiese rodar su primer corto si ningún tipo de obstáculo que se lo impidiese de por medio. Julie lo tranquilizó. Ya sabes que tendrás que oír mi melodiosa vozse tocaba el pelo mientras hablaba, eso era habitual en Julie. Los dos se querían como mejores amigos y lo sabían.

Poco a poco se fueron acercando a el enorme conservatorio que se alzaba en el horizonte. Los dos amigos iban totalmente cargados. Charlie con la mochila llena de las bebidas para el pub, y Julie sobrecargada de canciones y poemas melancólicos sobre Romeo y Julieta, esa famosa historia que tanto la llevaba por el camino de la amargura. En el camino divisaron varias figuras que correspondían a los amigos de ambos. La vaga de Penélope se había dejado los juegos en casa, y Charlie se acordó de que tenía una conferencia de Youtube, y comenzó a descojonarse disimuladamente para que su amiga no se enterase. 

Al fin llegaron a la inmensa puerta de metal que tenía como entrada el conservatorio. Llamaron al timbre dos veces, hasta que una amable secretaria les abrió la puerta. Señorita Veng, la éstabamos esperandodijo indicándola por donde tenía que continuar para llegar a donde tenía que recitar la obra ante más de 12 personas. Julie temblaba, pero Charlie la agarraba de la mano y la tranquilizaba indicándola que estaba aquí, para lo que fuese.

Las puertas se abrieron, y ambos llegaron a su destino: La sala de exposiciones.
 
Os enverso.

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